martes, 17 de abril de 2012

A la espera


A Julia le gustaba pasear de noche por Roma. "Toda ciudad es distinta según la luz que la viste" solía decir.
Pero sin duda lo que mas atraía su atención eran las personas. La incomodidad que sentían dos desconocidos compartiendo espacio. El niño que no sabe que desde hace años su madre no mira a su padre con la misma intensidad, el mismo amor de cuando se conocieron, la enfermedad de la rutina los ha contagiado. Un hombre que en realidad no está esperando el metro, busca una salida ante la desagradable idea de una dirección que no quiere tomar. Dos mujeres que dejaron su ciudad en busca de un aire que allí no encontraban.
Ajenos, todos ellos, no se percataban de que tal vez la persona que tenían al lado supondría el gran cambio que no buscan pero esperaban en sus vidas. Julia les gritaba en silencio "¡Vamos! Invitala a que por un día no ponga la lavadora, ni haga la cena, ni se lamente más de que los años se le echan encima.¡Que alguien rompa ese silencio que todos comparten!
Pero como cada noche nadie fue capaz de escucharla. Todos cogieron ese tren de vuelta o de ida. Todos se fueron a seguir con sus destinos.
Julia se fue a su casa y puso la lavadora.También hizo la cena y nadie, ni ella misma rompió ese silencio que deja la soledad.



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